Felipe Juaristi, escritor de profesión, conoció al cantautor vasco Imanol Larzabal en su juventud, durante la época de la clandestinidad y el ‘antifranquismo’. A partir de entonces, forjaron una amistad que continuó hasta que Imanol falleció en 2004. La situación de violencia que se vivía en Euskadi hizo que Imanol, identificado con el movimiento nacionalista de izquierda, se posicionara públicamente en contra del terror. En el año 2000, harto del ambiente irrespirable que se vivía en el País Vasco, Imanol cambió su vida y se marchó a vivir a Orihuela (Alicante), donde pasó sus últimos años hasta morir.

DATOS PERSONALES:

Nombre: Felipe Juaristi Galdos

Edad: 55 años (1957)

Profesión/Cargo: Escritor y periodista / Director de Euskadi Irratia

Situación familiar: Casado, con hijos.

Lugar de procedencia: Azkoitia (Gipuzkoa)

COLECTIVO: Amistades de víctimas.

HECHOS

- Felipe Juaristi, escritor de profesión, conoció al cantautor vasco Imanol Larzabal en su juventud, durante la época de la clandestinidad y el ‘antifranquismo’. A partir de entonces, forjaron una amistad que continuó hasta que Imanol falleció en 2004.

- Imanol perteneció durante una breve temporada a ETA y estuvo en la cárcel. Más tarde se exilió en Francia, donde se desarrolló como músico. En todo ese tiempo, Imanol produjo música que le convirtió en un referente, entre otros, de un público ideológicamente cercano a ETA.

- Imanol volvió a Euskadi tras la amnistía general de 1977, como músico consagrado y, pese a estar alejado de la violencia, identificado con el movimiento nacionalista de izquierda.

- La situación de violencia que se vivía en Euskadi hizo que Imanol se posicionara públicamente en contra del terror. Participar en un concierto en homenaje a ‘Yoyes’ y organizar el llamado ‘Concierto contra el miedo’ supuso para el cantautor significarse públicamente contra la violencia, lo cual le conllevó consecuencias personales.

- En el año 2000, harto del ambiente irrespirable que se vivía en el País Vasco, Imanol cambió su vida y se marchó a vivir a Orihuela (Alicante), donde pasó sus últimos años hasta morir.

CONSECUENCIAS

“Conocí a Imanol hace unos 30 años. Nos presentó un amigo suyo con el que tenía muy buena relación de la época de la clandestinidad y de aquello que se llamaba el ‘antifranquismo’. Él cantaba y yo escribía, y enseguida nos pusimos a hablar de temas que no son muy habituales entre los amigos. Fue un comienzo que tuvo su continuidad. Yo en aquella época, por los horarios que tenía, disponía de tiempo libre para escribir o pasear. Nos íbamos a pasear, charlábamos y comíamos juntos. Así se afianzó nuestra amistad. Fue una amistad que no voy a decir que fue perfecta, porque tuvimos nuestros más y nuestros menos, pero hasta el último momento fue una amistad de verdad. Fuimos amigos todo el tiempo que estuvo vivo. Hubo momentos muy malos de controversia ideológica, pero creo que incluso nos queríamos hasta en los momentos más duros”.

“Cuando yo conocí a Imanol, él ya no tenía ninguna relación con ETA. Sí tenía aún alguna relación más bien sentimental y romántica con la extrema izquierda en la que él había militado, porque aún le quedaban muchos compañeros, amigos y conocidos ahí. Al final de su vida, con todo el cariño del mundo, yo discutía con él cuando se metió en Basta Ya y en esas organizaciones, porque me parecía que la solución no iba por ahí ni por el Foro de Ermua. Creo que había que apostar por otros medios. Pero yo siempre lo respeté en ese sentido. Fueron momentos en los que por cualquier controversia respecto a la utilidad de esos movimientos uno era tachado de terrorista. En mi caso no llegó a tanto, pero yo sí tenía dudas sobre la función de esos movimientos. Creo que en un momento determinado surgieron por una necesidad de organizar a la gente que estaba en contra del terrorismo, pero me parece que llegó un momento en el que la gente se conciencia y dejaron de ser necesarios y se convirtieron en instrumentos de presión y opinión. Pienso que él no creía en todo eso, pero sí aportó su figura pública, igual que Ibarrola o Chillida, para darle fuerza y un poco de empaque a todo ese movimiento”.

“Tampoco fue un distanciamiento entre nosotros, y seguimos colaborando en todas las manifestaciones que nos llamaban y acudíamos. Incluso teníamos un espectáculo entre los dos que se llamaba ‘Hitzaren doinuak’ (‘Los sonidos de la palabra’). Fueron unos tiempos muy duros, porque estabas de acuerdo al cien por cien o ya no estabas de acuerdo y, por ello, hubo una polarización de la sociedad terrible y gente que estuvo perdida mucho tiempo. Se fragmentó la sociedad e Imanol intentó comprender por qué estaba pasando todo aquello, pero también estaba muy dolido por el tratamiento que le dieron a él. Por ello buscó refugio en los amigos, aunque a veces no podíamos ayudarle salvo en aquellos paseos, por ejemplo. Aquí él no estaba a gusto. A veces ibas por la calle y le insultaban. Decidió ir a buscarse la vida fuera y marchó. Me dio mucha pena que se fuera, porque creo que no tenía ninguna necesidad de irse teniendo aquí a su familia, la mayor parte de sus amigos y toda su historia personal. Pero él tenía la sensación de que aquí no lo querían y se fue, al igual que otra mucha gente. Otros nos quedamos. Cada uno hizo lo que creyó necesario. Al final su vida fue ir tirando hacia delante con todas esas condiciones. Acabó muriendo lejos de su patria, de su familia, de sus amigos y en un paisaje no muy agraciado, sobre todo en invierno”.

“Creo que el exilio en Francia al final del Franquismo le vino bien para su formación musical, ya que no habría sido lo mismo si no hubiera ido a ese país. Él entró en ETA, lo detuvieron y estuvo en la cárcel de Martutene (junto a San Sebastián), donde coincidió con otros históricos antifranquistas. Después fue al exilio y marchó a París. Allí conoció a Paco Ibáñez y también conoció lo que era la chanson francesa. Fue entonces cuando comenzó a creerse de verdad que era un cantante, un cantante-militante. Sus canciones del principio tenían letras para la causa. Después fue evolucionando, en el mejor sentido del término. Se convirtió en un cantautor, en un chansonnier muy fino”.

“El exilio le vino bien en una parte porque le ayuda a multiplicar sus aptitudes musicales y porque en Francia conoció otra cultura y otro tipo de educación. Cuando volvió al País Vasco, él era ya otra persona, formado musicalmente, con las ideas más claras, tiene un nombre… Cuando volvió no tuvo que empezar de cero. Ya tenía un nombre porque se lo fue haciendo mientras estaba en el exilio, actuando en Francia. Su música seguía llegando aquí. Cuando volvió todo el mundo sabía quién era. Tenía su público y sus actuaciones. Es cierto que es de los cantantes que más han evolucionado musicalmente, aunque no la voz, porque siempre la ha tenido prodigiosa. Se convirtió en una figura de la canción”.

“Creo que él apoyó durante muy poco tiempo la violencia, cuando perteneció a ETA. Pero dejó de pertenecer a la banda. No sé cuánto tiempo estuvo, pero fue poco. Él era partidario de la revolución permanente y de la clase obrera, era muy de clase. Cuando lo conocí, para él ya se había terminado el fenómeno de la violencia. Él no teorizaba sobre la violencia, sino sobre las formas de organización y sobre qué hacer para que esta sociedad avanzara desde la izquierda. Todo esto se conocía en Euskadi cuando volvió”.

“Cuando mataron a ‘Yoyes’, Imanol apareció como uno de los impulsores del homenaje que decidieron hacerle sus amigos, un hecho que supuso un punto de ruptura total. Invitaron a Imanol a decir unas palabras, a cantar. Yo tenía un poema que se me ocurrió ese mismo día y lo cantó él. Imanol hizo mucho por lo de ‘Yoyes’. Creo que para él fue ‘el paso del Rubicón’. Ese homenaje supuso la toma de posición en contra de ETA por parte de mucha gente que, sin formar parte de ella, podía estar cercana. Una cosa es que no se acepte la violencia y otra que el posicionamiento sea en contra, que es para lo que sirvió de acicate este caso de ‘Yoyes’. Ella era una persona de ETA que había decidido dejar la organización y por ello es castigada y asesinada. Esto supuso uno de los grandes pasos que dio Imanol”.

“A partir de entonces, su vida se complicó y se le hizo bastante difícil. Él seguía teniendo sus contactos, sus actuaciones, sus amigos… Aunque hubo un sector en esta sociedad que no se lo perdonó. Creo que tampoco vivió mal porque tanto desde la Diputación, donde estaba Xabier Lete, como desde el Gobierno vasco se le ayudó mucho. También estaba la otra parte, que es que Imanol se declaró públicamente en contra de ETA al apoyar a ‘Yoyes’, y dejó de ser ‘non grato’ en ciertos sectores”.

“Después de ello, apareció una pintada que, no recuerdo muy bien, creo que decía Imanol traidor (En la pintada ponía Imanol traidor, irás al paredón) en el barrio de Intxaurrondo, cerca de la zona donde él vivía. Él entonces pidió explicaciones de por qué lo trataban así y no le dieron ninguna. Por eso decidió organizar el ‘Concierto contra el miedo’”.

“Lo peor le vino a Imanol después de ese concierto, cuando él dice a mí me habéis amenazado y ahora os vais a enterar. Junto a varios amigos organizó en el Velódromo de Anoeta un concierto que es una proclamación a favor de la libertad y en contra de ETA, el ‘Concierto contra el miedo’. Creo que ese es el otro punto de inflexión de Imanol y que fue el gran paso del que ya no pudo volver hacia atrás. Ahí apareció una corriente en contra de ETA. Más tarde nacieron el Foro de Ermua, Basta Ya y muchas redes ciudadanas, habiendo estado también Gesto por la Paz con anterioridad. Nada surge de la nada, porque había mucha conciencia. Pero había que ir organizándola y por ello se decidió por hacer este concierto”.

“A este acto se apuntó muchísima gente. Bertsolaris, escritores, músicos y todos sus amigos estuvimos allí. Creo que ese pudo ser un ‘do de pecho’ de Imanol como respuesta a que su nombre apareciera en una pared. Ese hecho tenía un significado, y había que cruzar la frontera de Francia y pedir por allí explicaciones o había que marchar de este país y esconderse. Si te amenazaban era porque decían que algo habías hecho, nunca era gratuita una amenaza. Al aparecer aquella pintada, Imanol pidió explicaciones. No se las dieron y él decidió actuar de la manera que él sabía, haciendo un concierto. Llamó a sus amigos, a Labordeta, a Paco Ibáñez… y cantaron”.

“Este evento tuvo una gran repercusión. Muchísima gente que ahora va de pacifista se puso muy furiosa, porque les parecía una osadía. También hubo gente que participó y sufrió consecuencias. Alguno tuvo boicots o tuvo amenazas físicas. Este acto no salió gratis y hubo a quienes se les puso en la lista negra. Pero desde primer momento hubo muchos intelectuales, que ahora son pacifistas, que entonces estuvieron en contra por considerarlo una provocación y que iba en contra de cualquier intento de paz. Imanol demostró tener valor al organizar esto”.

“Después de este acto que organizó su vida se complicó más y él consideró que el ambiente que había en Euskadi era irrespirable. Pienso que Imanol era una persona querida y estimada por la sociedad vasca. Creo que se refería más al ambiente que se vivía en general que a nivel personal. Por otro lado, no estaba muy bien de salud, y terminó marchando a vivir fuera. También empezó a cantar en castellano. Intentó buscar otro público y salirse. Fueron diversos factores los que influyeron en su marcha y uno de ellos era porque no aguantaba lo que veía que sucedía”.

“A Imanol se le ha estimado mucho. Otra cosa es que hubiera gente que no le saludara o le retirara el saludo, que le boicotearan algún acto… Pero la gente de la cultura siempre le ha querido mucho. Era un hombre bueno, con muchísimo sentido del humor y tenía muchísimos amigos en todos lados”.

“No podría decir si alguna vez tuvo amenazas telefónicas o por carta porque esas cosas nunca las contaba. Cuando él estaba mal de salud y yo iba a veces a su casa y dábamos una vuelta por la zona. En esos paseos, yo notaba gente que no le miraba ni saludaba, pero también personas que se le acercaban y le daban algún abrazo. Si tuvo amenazas yo no las he visto, y no sé si las tuvo porque él no lo contó nunca”.

“Cuando Imanol se marchó a Orihuela (Alicante) y yo hablaba con su hermana para saber cómo estaba, ella me respondía: él dice que está bien, pero yo no lo sé. Él no transmitía temor ni malestar a la gente que quería. Otra cosa es que la procesión va por dentro. Nunca supe si le habían amenazado de esa manera, aunque es posible. A lo mejor, si hubiera contado todo lo que le pasaba no hubiera tenido que marcharse fuera. Pero no lo contaba y todo eso va desgastando. Sí sé que hasta el último día estuvo alegre, contando chistes, le gustaba estar con los amigos, sacar la guitarra… que había gente que lo veía por la calle y lo abrazaba diciendo que le encantaba alguna canción suya. Y ese es el aire del que vive el cantante”.

“Creo que para Imanol tener que marchar significó la muerte. Un cantante necesita su público y el reconocimiento de la gente. ¿Qué hace un cantante como Imanol tan lejos de su país, al que le ha dedicado toda su vida y toda su canción? Fue como una implosión. Esa soledad y alejamiento estalló dentro de él y estoy convencido de que le provocó tal tristeza que al final se murió. La tristeza, unido a todos los problemas de salud que tenía influyó en su muerte. Esta era una tristeza de la que él no hablaba mucho, porque no era un hombre triste, sino siempre alegre”.

“Su decisión de marcharse fuera no fue nada fácil. Imanol siempre tenía muchos planes en mente y tenía aquí a su madre y toda su familia. No tuvo que ser fácil, porque al marchar no se sabe de qué viviría. Aquí podía calcular que podrían salir conciertos, hacer algún disco con amigos, ir a cantar de instituto en instituto, un programa en la radio… Tuvo que ser una decisión provocada por la tristeza de ver que él no podía hacer nada para cambiar todo lo que estaba pasando aquí”.

“Yo apoyé a Imanol en todos esos momentos que después le trajeron consecuencias, porque yo pensaba que él tenía razón. Le apoyé en lo de ‘Yoyes’, en lo de ‘El concierto contra el miedo’, firmamos varios manifiestos juntos… A mí me tocaba ayudarle como amigo, sin importar las consecuencias. Pero las que tuvo él fueron bastante terribles. Ante la situación que aquí había unos decidieron marchar y otros no. Hubo gente que decidió que esa era una forma de rebelarse contra la situación irrespirable que había. También hubo gente que se quedó para luchar por que esto dejara de ser irrespirable. Las dos posturas se encontraron y una no es mejor que otra. Cada uno debe optar por una opción personal. Yo me quedé porque aquí me unen mi familia, mis hijos, etc. Imanol decidió en un momento determinado que podía marchar porque ya no le unían cosas que antes sí lo hacían”.

“Cuando te significas públicamente te clasifican y te tienes que buscar la vida. He visto gente que dejó de saludarme, gente para la que ha dejado de tener tanta relevancia como antes lo que escribía o dejó de seguir mi trabajo… En mi caso he sufrido más por mis amigos que por mí. Yo he sobrevivido, entre otras cosas, porque mi oficio de escritor me ha preservado de muchas otras cosas. Escribo en euskera y siempre va a haber gente que va a leer mis trabajos. Otra cosa es que saque un libro y haya un silencio estrepitoso y te preguntes por qué. Pero eso es una cosa y otra que te boicoteen. Y yo eso no lo he sentido, ni tampoco que mis libros fueran maltratados por la gente. Pero yo lo puedo contar así porque quizás yo no me he significado tanto como lo hizo Imanol ni fuera yo un personaje tan público como lo era él”.

“Siempre he escrito lo que he querido y nunca me he visto condicionado por temor a amenazas. Un escritor escribe con libertad o, si no, deja de ser escritor. Si escribes lo que quieren que escribas dejas de serlo. Hay que escribir lo que se crea conveniente. Si te leen bien y, si no, no pasa nada. El verdadero artista es sincero. Un poeta que miente ya no es un poeta, si no es un esteta. Un filósofo que miente es un sofista. Y un político que miente es un demagogo. En ese sentido, Imanol en sus canciones decía lo que sentía. Incluso se puede hacer una trayectoria sentimental de todo lo que le pasaba escuchando sus canciones. Su mundo, todo lo que él estaba pasando, se encuentra en sus canciones”.

“En el ‘Concierto contra el miedo’ que se celebró en San Sebastián Imanol dijo la frase el miedo es libre. Para aquel acto se pidió solidaridad a mucha gente y muchos dijeron que no colaboraban por no verlo bien. Imanol lo dijo porque cualquiera es libre de decir eso, el miedo es libre. Si alguien tenía miedo que no se apuntara al acto, y si no tenía miedo, que se apuntara. También había gente que no se apuntó no por miedo, sino por estar en contra. Pero algunos no lo hicieron por el miedo al ‘qué dirán de mí’. Aquí ha habido mucho amedrentamiento de este tipo. Cuesta significarse aquí, posicionarse en contra de ciertas cosas en la esfera pública. Que un cantante euskaldun con un público determinado se posicione públicamente es un aldabonazo. O si lo hiciera un escritor o un bertsolari. Esos son los personajes que verdaderamente hacían falta y de los que hubo pocos. Uno de ellos fue Imanol. Nunca ocultó lo que pensaba porque era un hombre con unas convicciones y valiente”.

“Yo me acuerdo mucho de Imanol, porque fue una persona a la que estoy muy unida. Todos los años le hacemos un homenaje. Pienso que si él estuviera hoy en día, con el contexto en el que nos encontramos, diría que todo está llegando muy tarde. Después de lo de ‘Yoyes’, ya podían haber reconocido que se habían equivocado y ahorrar años de lágrimas y sangre. Todo llega muy tarde y ahora tardaremos bastante tiempo en curar las heridas”.