Fernando Castillo es concejal del PSE-EE en el Ayuntamiento de Durango. El 28 de febrero de 2000, mientras completaba  su jornada laboral, unos desconocidos le quemaron  el coche. El 4 de junio de ese mismo año, ETA asesinó  al portavoz  del Partido Popular en el Ayuntamiento de Durango, Jesús Mari Pedrosa. En diciembre del 2001, unos desconocidos atacaron la casa del pueblo del PSE-EE en Durango, el tercer ataque en dos años; el último, en 2009.

DATOS PERSONALES:

Nombre: Fernando Castillo Rodríguez

Edad: 40 años

Situación personal: Casado, 2 hijos.

Cargo: Concejal PSE-EE Ayuntamiento de Durango.

COLECTIVO: Políticos

HECHOS:

-Entra por primera vez como concejal en el  Ayuntamiento de Durango en el año 1997.

-En octubre de 1998 la casa del pueblo del PSE-EE de Durango sufre el primer ataque. Unos radicales provocan un incendio.

- El día de Nochevieja de 1999 la casa del pueblo es atacada por segunda vez.

- En las siguientes elecciones municipales, las de 1999, Fernando Castillo es el candidato a Alcalde del PSE-EE en Durango.

-El 28 de febrero de 2000, mientras completaba  su jornada laboral, unos desconocidos le queman el coche.

- El 4 de junio de ese mismo año, ETA asesina al portavoz  del Partido Popular en el Ayuntamiento de Durango, Jesús Mari Pedrosa.

-En 2001, la situación se vuelve insostenible para su familia. Dimite de su cargo de concejal en Durango.

- En diciembre de ese mismo año unos desconocidos atacan la casa del pueblo del PSE-EE en Durango, en el que es el tercer ataque en dos años; lanzan diez cócteles molotov contra la fachada del edificio.

-En 2003, se presenta a las elecciones municipales, esta vez en Abadiño.

-En las elecciones municipales de 2007 vuelve a presentarse en las listas de Durango. Es elegido concejal del pueblo, cargo que ocupa en la actualidad.

-En 2009, ETA coloca una bomba en la nueva sede del PSE-EE de Durango. El local queda totalmente destrozado.

CONSECUENCIAS:

“Mis hijas son las que más sufren toda esta situación. Me pusieron escolta en el año 2000. Mi hija mayor, que nació en 1998, no sabe lo que es vivir sin escolta. Igual que la pequeña, que nació más tarde. Mi hija mayor me decía: “aita, vamos a La Rioja que allí somos normales”. Esas frases marcan mucho. Nosotros, al final, no nos damos cuenta de lo que estamos pasando. Creo que esto es algo que analizarán nuestros hijos”.

“Yo empecé como concejal en Durango en 1997, cuando el que iba delante de mí en la lista dejó el cargo. Estuve esos dos años, y en las elecciones de 1999, me presenté a alcalde en Durango. Entonces aparecieron las típicas dianas, fotos y dibujos”.

“El ataque más fuerte que he sufrido yo contra mi persona fue el 28 de febrero de 2000. Me quemaron el coche cuando lo tenía en la puerta del trabajo. Llevaba cuatro meses trabajando en la empresa. Estaba metiendo material con una transportadora al  interior de la fábrica, cuando me di cuenta de que había una cortina de humo detrás del edificio. Escuché sirenas. Me acordé de que yo tenía el coche justo en la zona de la que provenía el humo. Cuando bajé ya estaban los bomberos y la Ertzaintza. Ya habían apagado el coche. En cuanto me vieron supieron que era mío, porque me conocían. Fue un día emotivo. Vinieron mis compañeros del partido, tanto del pueblo como de la dirección. También vino la Alcaldesa de Durango”.

“En esos días yo pensé mucho en mi mujer, en mi familia. Me acordaba mucho de la silla del coche de mi hija pequeña. En el incendio del coche, la vi totalmente quemada. Y te da por pensar… Pasé un día muy malo”.

“Fíjate las cosas que tiene la vida, que para acudir a  la concentración que se convocó ese día en el Ayuntamiento a las ocho de la tarde yo tuve que salir del trabajo. Al llegar, me encuentro con algunos de los socios de la empresa en la que trabajaba.  Uno que fue alcalde de  Durango, del PNV, que había sido propietario de la fábrica en la que trabajaba entonces me pregunta cómo estoy. Le digo que bien, pero que me tengo que marchar a terminar con mi turno, porque estaba de turno de tarde. Estaba la mujer de uno de los socios. Me preguntó cómo podía ser que tuviera que ir a trabajar en esos momentos. Ella no entendía cómo una persona a la que le acababan de quemar el coche ese mismo día tenía que ir a trabajar saliéndose de una concentración convocada en contra del acto”.

“Pero bueno, aquello ya pasó. Antes del incendio ya me habían roto las lunas del coche. Tenía la opción de denunciarlo como acto terrorista. No le di tanta importancia a aquello. Hoy, visto desde la distancia, creo que tenía que haberle dado más importancia a todos aquellos avisos que recibí antes de que me quemaran el coche”.

“Llegó un momento, hacia el 2001, en el que mi mujer me dijo que no aguantaba más, que tenía que elegir, que eso no podía ser. La tensión en Durango era insoportable. Al final yo dimití de mi cargo de concejal. Por cierto, mi plaza no pudo ser cubierta por nadie, porque en aquellos momentos ninguno de los compañeros que iban en la lista detrás de mí quisieron entrar en el Ayuntamiento. Estuvimos dos años de legislatura sin plaza”.

“Más tarde, en el año 2003, cuando me presento en Abadiño, la campaña se personaliza. Ocurre que, al no poder Batasuna presentarse a aquellas elecciones, hubo una fuerte campaña contra los que habíamos obtenido representación, alegando que nosotros ocupábamos los asientos de los que no habían podido presentarse”.

“Hay cosas que son absurdas, que son actos simbólicos, que te duelen,  como que el día de Nochebuena venga una persona y te deje en la puerta de casa una botella de agua vacía” (es un acto simbólico de amenaza, con el que los terroristas representan “la soledad y penurias sufridas por los presos en esos momentos en los que la familia se reúne y disfruta de la comida, en un intento de crear un cargo de conciencia en el amenazado”).

“Pero hay cosas más explícitas. Por ejemplo, los primeros meses de la legislatura que empezó en 2003 los radicales se reunieron frente a mi casa. Se concentraron 15 o 20 personas. Mi mujer me llamó por teléfono y me avisó. Yo llegué allí, pegaron cuatro silbidos y no pasó nada más. Esto se repitió en varias ocasiones. Hubo una ocasión en la que se reunieron y nosotros nos enteramos por una vecina que al llegar a casa nos lo comentó. A ellos ni les importaba que estuvieras o no estuvieras en casa. Yo creo que ellos también se van cansando y se dan cuenta de que esa presión no sirve. En otra ocasión, subieron por la fachada y entraron por el balcón al ayuntamiento. Fue un acto simbólico”.

“A pesar de todo lo vivido en los años anteriores,  la presión sobre mi persona fue más dura en 2003 que en las legislatura  anterior”.

“En 1998 nos lanzaron unos cócteles en la sede. Algunos rompieron algún cristal.  No fue un ataque demasiado duro. Nos estropearon la fachada, que tuvimos que limpiarla, y nos rompieron alguna ventana. Como primera medida, pusimos contraventanas”.

“Pero luego hay otro ataque. Nos rompen la puerta. Nos tiran cócteles dentro y nos queman la escalera. Hay que recordar que en la tercera planta del edificio de la sede había personas viviendo. Esto no lo sabía la Ertzaintza, y hasta que llegué yo a la sede no se dieron cuenta de que había personas arriba. Fue un susto fuerte, porque eran personas mayores, que no podían andar bien”.

“Los  ataques más duros fueron los de 2001 y 2009. El de 2001 fue el 9 de diciembre. En esa ocasión el hueco de la escalera del edificio donde teníamos la sede quedó completamente destrozado. La escalera, de madera, cogió fuego y  se ennegrecieron las tres plantas por el incendio. Entonces sustituimos la puerta principal, que era de madera y la habían roto a porrazos, por una puerta de hierro. Además, tuvimos que rehacer toda la escalera. Cada vez que recibes un ataque vas poniendo medidas para que no vuelva a ocurrir. Primero fueron las ventanas, luego la puerta…”.

“Después del último ataque en la sede vieja, en 2001, tuvimos que buscar otra sede. Para buscar una nueva sede, lo primero era buscar un local que tuviera las mínimas medidas de seguridad; debía tener dos accesos, teníamos que instalar todas las medidas de seguridad, con todo el gasto consiguiente… Llegamos a la situación de que, sin ni siquiera tener calefacción, ya teníamos puertas y ventanas blindadas, habiéndonos gastado un dineral. El que nos hizo las obras nos comentaba que incluyendo las medidas de seguridad en el presupuesto, se quedaba sin dinero para lo demás. Hemos tirado una gran cantidad de dinero y tiempo en Euskadi en hacer y rehacer las sedes y los edificios atacados”.

“Esa nueva sede, que inauguramos en 2005, fue la que atacaron con una bomba en 2009. Fue una cosa extraña, porque en este ataque ETA no avisa de que han colocado una bomba. La bomba la colocan en la parte trasera. Hay un vecino que, por casualidad, cuando bajaba a dejar la basura, se topa con un encapuchado al que ve depositar una caja. Fue el vecino el que dio el aviso”.

“Lo que mayor tensión generó de aquello fue el hecho de que la detonación de la bomba rompió una tubería de gas, que estuvo abierta un tiempo, por lo que se tuvo que desalojar a los vecinos, hasta que llegaron los técnicos y cortaron el gas”.

“Tuvimos problemas con los vecinos. Después de la bomba de 2009, nos pusieron carteles para que nos marcháramos. Cuando fuimos a reinaugurar la sede después del último ataque, los vecinos nos querían echar de allí. Nos hicieron ofertas de compra del local. No querían tener la sede del PSE-EE debajo de casa. Algunos de buenas maneras, otros de malas, nos decían que donde teníamos que estar era en las afueras de la ciudad, “donde no pusiéramos en peligro” a nadie. Ellos no culpaban de lo que había ocurrido a los autores de los ataques. Para ellos los culpables de su malestar, los que los poníamos en peligro, éramos nosotros. Nosotros habíamos intentado, desde el principio, tener una buena relación con los vecinos. Hacer que las situaciones fueran lo más normales posible. Les ofrecí la sala de reuniones de la sede para hacer las juntas de vecinos… eran pequeños detalles que intentábamos buscar para que no resultara todo tan traumático”.

“Pero la situación se tensionó. Cuando nos pusieron la bomba de 2009, enseguida nos pusimos en marcha para reinaugurarla. Por la costumbre que habíamos adquirido ya de otras ocasiones, teníamos agilidad para hacer los trámites con los seguros y los diferentes gremios. Nos ofrecimos a los vecinos para ayudarles en las obras. Les ofrecimos cerrar los huecos causados por la bomba. El que estaba de administrador no era precisamente el más diplomático con nosotros y nos puso muchas trabas… Nosotros conseguimos tener la sede terminada para mediados de septiembre. Mientras, a los vecinos, se les atrasaron mucho las obras, y eso les tensionó mucho”.

“Llegó el día de la Feria del Libro (Durangoko Azoka) de ese año, en diciembre. Vino gente del partido y del Gobierno vasco. Se montó mucho revuelo, y los vecinos entendieron que lo que hacíamos era la reinauguración. Pero no era eso. Lo que pasaba era que venían a visitar la feria. Y fue cuando aparecieron los carteles contrarios a nuestra sede que tanta polémica provocaron”.

“Yo he de decir que, como padre, puedo llegar a entender en parte a los vecinos. No estando de acuerdo con su planteamiento, piensas en el susto que han tenido sus hijos, que los han tenido que sacar de la cama de noche… Entiendes su disgusto. Pero no se entiende su animadversión hacia nosotros y no hacia el que pone la bomba. A día de hoy nuestra relación con los vecinos es fría, pero quiero pensar que mejorará, ahora que la situación general, por cómo están las cosas, es más tranquila”.

“Hay que recordar que Durango está en un enclave que es feudo del nacionalismo radical. Durango es la capital de una comarca que, desde Amorebieta, a Elorrio por otro lado, Ermua y Otxandiano, había un montón de ayuntamientos gobernados por Batasuna”.

“Aquella legislatura fue muy complicada. El 4 de junio de 2000 mataron a Jesús Mari Pedrosa, concejal del PP en Durango. Poco más tarde, en agosto, explota un coche con varios etarras. Uno de ellos era el que había matado a Pedrosa”.

“Yo estuve en la junta de portavoces en la que el PNV intentó equiparar la muerte de Pedrosa con la de los etarras a los que les explotó el coche. Aquello fue fruto de la cobardía del momento. Fue una legislatura tensa. Después, se ha ido rebajando la tensión”.

“En lo social, llega un momento en el que te ves recluido y limitado a relacionarte únicamente con los tuyos, con la gente del partido. Somos completamente endogámicos”.

“Yo, que he estado en todas las manifestaciones por los asesinatos, recuerdo la que se convocó cuando mataron a Pedrosa;  no llenamos Durango. Y eso que la mayoría de la gente venía de fuera. Te llevas un chasco. El respaldo es mínimo en el pueblo. Nunca ha habido en Durango una contestación popular a la violencia. La gente, en general, responde con tibieza. Ni siquiera el día de la bomba que nos ponen en 2009 notamos un apoyo o respaldo especial. Nos acababan de destrozar la sede, inaugurada cuatro años antes”.

“Quien va a darte apoyo es tu gente, nadie más. He echado en falta la solidaridad de la gente. Hay muchos que disimulan con los gestos pero que en las acciones no corresponden”.

*Documentación adjunta:

EL PAÍS

ABC

EL CORREO