El 17 de junio de 1995 un grupo de radicales llena el salón de plenos del ayuntamiento de Hernani. Es el día de la constitución del nuevo gobierno municipal, en el que Rekondo saldría reelegido. Los radicales convierten el salón en una batalla campal, tirando la urna en la que se estaba celebrando la elección del nuevo alcalde y agrediendo  a varios concejales. Las situaciones de vulneración sufridas son innumerables.

DATOS PERSONALES:

Nombre: José Antonio Rekondo Sanz

Edad: 52 (1958)

Situación familiar: Casado, 3 hijos.

Profesión: Licenciado en Historia. Alcalde de Hernani por EA  (1991-1999 y 2003-2007). Procurador de las Juntas Generales de Gipuzkoa por EA (1999-2009) y Hamaikabat (2009-2011)..

COLECTIVO: Políticos.

HECHOS

-El 17 de junio de 1995 un grupo de radicales llena el salón de plenos del ayuntamiento de Hernani. Es el día de la constitución del nuevo gobierno municipal, en el que Rekondo saldría reelegido. Los radicales convierten el salón en una batalla campal, tirando la urna en la que se estaba celebrando la elección del nuevo alcalde y agrediendo  a varios concejales.

- En julio de 1995 lanzan un cóctel contra su coche, que posteriormente es atacado en reiteradas ocasiones.

-A finales de 1995 se empiezan a organizar las primeras concentraciones de los radicales frente al domicilio familiar, que se repiten en los años posteriores. Durante un tiempo, estas concentraciones se organizaban por lo menos una vez cada semana.

-El 21 de mayo de 1996 un grupo de encapuchados le apedrean cuando paseaba por la calle, hiriéndole en la cabeza.

-El 19 de noviembre de 1996 un grupo de una treintena de encapuchados se dirige al Ayuntamiento al grito de “Rekondo, entzun, pim pam pum” con clara intención de agredirle. Rekondo se encierra en su despacho  y la intervención de Policía Municipal y Ertzaintza permite al Alcalde salir del Ayuntamiento.

-Las situaciones de vulneración sufridas son innumerables.

CONSECUENCIAS

“En cuanto a las situaciones de vulneración que he vivido yo personalmente, pues son muchas y están recogidas en el libro Padre nuestro que estás en Euskadi, del periodista Julio Flor.  He sufrido todo tipo de agresiones; me han destrozado el coche varias veces, me han apedreado cuando paseaba por la calle haciéndome una brecha en la cabeza, me han insultado y me han amenazado”.

“Los años en los que estuve en la alcaldía, me refiero a los dos primeros mandatos, en los años noventa, fueron los más tensionados en cuanto a la convivencia en el pueblo. La coacción e intimidación eran sistemáticas, el MLNV legitimaba la coacción como método.  Los radicales estaban envalentonados, se creían dueños del pueblo. Salían grupos por las calles a hacer de las suyas; bastaba cualquier celebración, por poner un ejemplo, y salían los chavales encapuchados a hacer barricadas, quemaban coches y contenedores, provocaban a la Ertzaintza… Es que hubo un tiempo en el que iban por la calle pidiéndole el carné a la gente. Tenían una capacidad para el acoso tremenda.  La presión de los radicales en Hernani ha sido muy grande durante todos esos años, y el control que ejercían, sobre todo en el casco viejo del pueblo, era enorme”.

“En ese mundo, además, no había fisuras. Nunca ninguno de los representantes de la izquierda abertzale en aquella época se desmarcó, ni siquiera en privado, de la campaña de acoso que tenían organizada en el pueblo. Nunca ninguno de ellos me mostró su solidaridad ante alguno de los ataques que sufrí. Estaban frente a nosotros”.

“En aquellos años organizamos un movimiento en el pueblo, Hernani Askatasunean Bizi (Vivir en Libertad en Hernani), para animar al pueblo a que saliera a la calle para mostrar su repulsa a los ataques y a las coacciones e intentar fortalecer una posición de rechazo hacia todo aquello. Éramos pocos los que íbamos, unos 30 o 40 vecinos. Pero es un número que, si lo extrapolas a una ciudad como Donostia, pues serían unos 300 o 400; quiero decir con esto que no estaba mal el número de gente que se movilizó con aquella iniciativa. Éramos pocos, pero era gente conocida en el pueblo, gente con mucha valentía,  algunos incluso eran comerciantes… en definitiva, vecinos con ganas de  hacerle frente a aquella situación de acoso”.

“Se creó además en la Corporación un ambiente de solidaridad entre los que estábamos bajo la amenaza y la coacción de los violentos. PNV, PSE-EE, PP y nosotros (EA). Todos los grupos políticos nos apoyábamos en eso, en la defensa de la convivencia y la democracia, y éramos solidarios entre nosotros. Siempre he sentido el apoyo y el ánimo, por supuesto de mi familia, y también de amigos y de compañeros, pero también de los miembros de grupos políticos. Puedo decir que no he sentido la soledad que han podido sentir otras personas que han sufrido la violencia. Todo lo contrario. Mi círculo cercano me respondió con mucho afecto en aquellos tiempos tan difíciles y tan tensionados”.

Los radicales se reunían frente a nosotros cuando nos concentrábamos contra ETA. En alguna ocasión, sin la Ertzaintza presente, nos agredieron. En aquella época ellos tenían en marcha la dinámica “Euskal Herria Askatu” (liberar Euskal Herria). Era la época que media entre los secuestros de Aldaya y Ortega Lara, y los radicales buscaban anular o contrarrestar la labor que las coordinadoras por la paz y otros movimientos sociales estaban haciendo para organizar el rechazo social ante estos secuestros. Ellos necesitaban debilitar esa contestación social a ETA, que estaba creciendo. Nosotros convocábamos nuestras concentraciones, y en las que ellos organizaban nos multiplicaban en número por tres y por cuatro”.

“En cuanto a la respuesta social en Hernani al terrorismo, la evolución que ha seguido en la calle ha sido mínima. Sí es cierto que la opinión pública en general ha ido avanzando, pero no ha habido un cambio que se haya explicitado en movilizaciones en la calle. Sigue siendo difícil ver a gente que muestra actitudes firmes y explícitas contra ETA. Por otra parte, hay que decir que la situación actual de alto el fuego de ETA hace que la tensión se reduzca y la gente no se movilice. Yo recuerdo que la movilización más importante que hubo en Hernani contra ETA fue cuando mataron a Miguel Ángel Blanco en el año 1997. Y hablo de que se concentrarían unas 300 o 400 personas, no más, pero tampoco menos. Hay que tener siempre presente que en aquella época Hernani era la “capital”, el símbolo, el pueblo más importante para la izquierda abertzale”.

“Pero, como decía antes, creo que la evolución de la movilización contra ETA se ha frenado. Al frenarse la actividad de ETA, y no representar ahora mismo una amenaza activa, si se convocara una manifestación contra ETA, no habría una gran movilización. La gente no percibe la necesidad de movilizarse. En cualquier caso, yo creo que, hoy por hoy, la opinión pública, que no se expresa necesariamente en la calle, sí tiene una posición más clara y firme de rechazo a ETA”.

“En cuanto a la convivencia en Hernani, he de decir que hubo ocasiones en las que vecinos del pueblo me pidieron ayuda. Era gente que sentía miedo por el acoso de los radicales. Pero realmente contra esto qué puedes hacer. La consejería de Interior te puede proporcionar seguridad, pero no  puedes poner, es imposible, una escolta policial a todo el mundo. Además, el miedo no se terminaría ahí, seguiría estando presente. Yo como Alcalde era consciente de que había miedo, y la gente me lo decía. Mi reacción, mi discurso público, estaba muy influido por estas circunstancias”.

“Como decía antes, la presión en Hernani era enorme, y hubo comerciantes que en un momento dado se marcharon del pueblo. Eran los años del lazo azul, y muy pocos se atrevían a poner el lazo azul. Aunque también ocurría que luego, la expresión del pueblo en los votos no reflejaba esa hegemonía de la izquierda abertzale. Porque también hay que recordar que cuando hablamos de Hernani estamos hablando sobre todo del casco viejo,  los alrededores de la herriko taberna, que es  el “espacio liberado”, el bastión de la izquierda abertzale en Hernani. Desde ahí ejercen todo su poder. Pero, como decía,  luego en los votos, te das cuenta de que no es real ese control que intentan ejercer en la calle”.

“Las relaciones con los representantes de la izquierda abertzale en Hernani, que son los que han gobernado en el Ayuntamiento cuando no hemos estado nosotros, han sido siempre muy frías y distantes”.

“En cuanto a la tarea de la deslegitimación de la violencia en este nuevo momento político, en el que está de nuevo la izquierda abertzale en las instituciones, lo primero que hay que decir es que la izquierda abertzale no se está incorporando a esta tarea. Yo, viendo su discurso, creo que Bildu, o más que Bildu, la izquierda abertzale, quiere  huir de su responsabilidad de condenar la historia, de hacer  una lectura autocrítica de su trayectoria; me preocupa que no rompan su narración política de que todos estos años de violencia han sido una época que había que pasar, y que la situación actual no es una ruptura con lo anterior sino la continuidad, la nueva fase,  que viene dada de lo anterior; esto es lo que dice la documentación interna de ese mundo”.

“En cualquier caso, yo creo que ETA se quedará ahí, en stand by, porque no tienen ninguna intención de desarmarse y desaparecer por sí sola, e intentará mantenerse como observador, como garante fáctico de los movimientos que se den en la política. En mi opinión, el hecho de que no hayan anunciado ya su disolución, indica que, si los avances políticos no dan los resultados que ellos esperan, estarían dispuestos a volver a la actividad violenta. Yo entiendo que si la gente ha votado a Bildu en las elecciones de mayo ha sido fundamentalmente porque ha pensado que votando a Bildu se consigue la paz. Y esto plantea una situación muy endiablada. Al final, lo que se plantea con esta idea es que para mantener la paz es necesaria la fortaleza política de la izquierda abertzale. Esto es aceptar una especie de chantaje político. El esquema de ‘urnas o bombas’ del Gobierno ha abonado el mismo marco. La responsabilidad de conseguir el fin de ETA es de la izquierda abertzale.  No es de extrañar que así lo haya visto un importante sector de la sociedad guipuzcoana. Y para mí esta es una situación muy complicada, de la que es muy difícil salir. Y yo temo, o más que temer, me enfada con que se intente trasladar que la paz va unida a la fortaleza política de la izquierda abertzale.  Me parece que tenemos que salir de ese esquema”.

“Yo creo que ahora lo que toca es seguir en la batalla de deslegitimación de ETA. ¿Hay que pedirle a la izquierda abertzale que exija a ETA su disolución? Pues yo creo que no hay que darle a  la izquierda abertzale tanta capacidad resolutiva. Si a la izquierda abertzale se le coloca como responsable de traer la paz, al final quedarán como los valedores de la paz.  Y la verdad es que en un contexto de final de la violencia bajo esas premisas, con la izquierda abertzale en esa posición que he descrito, pues ellos no tendrán ninguna obligación, no tendrán ninguna exigencia para hacer una lectura autocrítica de su pasado y de su historia. Si no hacen esa revisión, si la izquierda abertzale no dice que la violencia que se ha ejercido es ilegítima, la violencia puede volver en el futuro de la mano de las nuevas generaciones o de otros sectores sociales.  En mi opinión no se trata tanto de pedirle a la izquierda abertzale que nos traigan la desaparición de ETA. Lo que hay que exigir a la izquierda abertzale es que haga una lectura autocrítica del terrorismo. Hay que pedirle una revisión del pasado si queremos avanzar en la deslegitimación”.