El 8 de agosto de 2000, ETA asesina a su padre, el empresario guipuzcoano José María Korta, fundador de la empresa KORTA S.A. y  presidente de la patronal guipuzcoana ADEGI.

DATOS PERSONALES:

Nombre:  Ibai Korta

Edad: 30 años.

Profesión: Empresario.

Lugar de procedencia: Zumaia (Gipuzkoa)

COLECTIVO: Familiares de víctimas.

HECHOS

- El 8 de agosto de 2000, ETA asesina a su padre, el empresario guipuzcoano José María Korta, fundador de la empresa KORTA S.A. y  presidente de la patronal guipuzcoana ADEGI.

CONSECUENCIAS

“Yo soy el segundo de tres hermanos. En el momento en el que asesinan a mi padre, los tres estábamos trabajando en la empresa. Hasta aquel momento, nosotros habíamos tenido una infancia y una juventud muy buenas. Teníamos vidas normales, estudiábamos, trabajábamos, hacíamos deporte… Mucha gente, estando ya mi padre en ADEGI, cuando me veía y me relacionaba, se sorprendía de lo normales que éramos”.

“Mi padre levantó una empresa, y hasta pocos años antes de que fuera asesinado, todos los beneficios que la empresa le daba los reinvertía en la propia empresa.  Los años previos a que nosotros acabáramos la carrera fueron los mejores años para él. La empresa ya estaba en manos de gente preparada y tenía buenos resultados, y mi padre ya no era tan imprescindible como lo era en los años anteriores; tenía más tiempo para sus labores en ADEGI y también para la familia. Empezó a viajar una vez al año con mi madre, cosa que no habían podido hacer nunca. Había empezado a disfrutar de la vida”.

“La pérdida de mi padre lo supuso todo. Es, evidentemente, lo más duro y lo más determinante que me ha ocurrido en la vida. Le mataron a la puerta de la empresa, en la que estábamos trabando los tres hijos, algunos de sus hermanos, muchos trabajadores que tenían buena relación con él… Es un shock, y se puede decir que en las dos semanas siguientes al asesinato no pudimos pensar ni razonar nada. Fue un cambio radical en el trabajo y en todo. Tengo que reconocer que nos centramos muy rápido en la empresa; muchos podrán pensar que demasiado rápido. La propia necesidad de darle salida a la empresa, la empresa del padre, fue un refugio, una salida para nosotros, aunque sí fue difícil tener que volver a diario al sitio en el que le mataron”.

“Yo, cuando terminé la carrera de Ingeniería, hice el proyecto de fin de carrera en la empresa de mi padre. Luego me fui a Inglaterra a aprender inglés, y cuando volví me incorporé a trabajar en la empresa en un periodo de aprendizaje. Llevaba poco tiempo trabajando cuando ocurrió esto. Él tuvo una influencia enorme en mí y también en mis hermanos, como es natural y ocurre con todos los padres, supongo. Mi padre era una gran persona, pero era muy estricto con nosotros y tenía bastante mala leche. Nos educó en el esfuerzo, y esto nos dio la fuerza para salir adelante y tomar las riendas de la empresa. Pero no sólo fue por esto. También queríamos demostrar a los asesinos que no iban a conseguir su objetivo; que nosotros estábamos aquí para seguir con el trabajo que había iniciado mi padre y que no íbamos a rendirnos”.

“Los primeros meses tras el asesinato fueron complicados. El día a día era lo más complicado. Al principio nos centramos muchísimo en el trabajo, en la rutina. A esto me adapté rápido. Pero llega un momento en el que tienes que enfrentarte al día a día. Tienes que salir de casa. Y  te vas encontrando con gente de todo tipo. Te encuentras con amigos y conocidos. Y te vas dando cuenta, con sus reacciones, de quiénes son tus amigos de verdad, los que en euskera llamamos adiskideak, que te van a ayudar y que te apoyan, y quiénes no. Esa es la peor fase, porque nosotros, hasta entonces, no fuimos conscientes de lo importante que era la figura de mi padre en el pueblo, del impacto que tuvo su muerte en la gente. Las ganas de demostrar su solidaridad contigo, de darnos su apoyo, en ocasiones nos agobió un poco, porque no estábamos preparados todavía para aquello. Además, también los había que tenían cargo de conciencia por haber sido cercanos a los radicales, por haber sido ambiguos con la violencia, porque sentían mucho la muerte de mi padre; nos pedían perdón e incluso se daban situaciones en las que casi tenías que ayudar tú a esa persona que se sentía mal por estar cercano a los terroristas. Eran cientos de personas que prácticamente se te echaban encima en aquellos días. Todo aquello fue duro”.

“Nuestro pilar fundamental siempre ha sido la familia, y nosotros, todos, nos apoyamos en la familia para salir adelante. En el entorno social, he vivido todo tipo de situaciones. He tenido unos amigos que me han apoyado y que se han portado bastante bien. Además, en aquel momento tenía una novia que me ayudó también. Por ese lado, creo que tuve suerte. Pero mi hermano, por ejemplo,  no tuvo ninguna de esas ayudas; sus amigos no le respondieron para nada, le abandonaron,  y le costó bastante más que a mí”.

“Nuestros padres, como comentaba antes, nos educaron  en el esfuerzo y la honestidad. Mi padre era un entusiasta del esfuerzo, le gustaba ver a la gente pelear por algo. Mi padre nos transmitió también su mala leche, he de decirlo, pero nunca nos hemos dejado llevar por la rabia, porque también hemos aprendido a contenernos”.

“Al año del asesinato se creó la fundación José Mari Kortaren Bidetik. Lo hicimos entre la familia, amigos y compañeros de mi padre. En la Fundación trabajamos mucho en esos valores que mi padre nos transmitió, y en las reuniones nos damos cuenta de que algo de él fluye entre nosotros, percibimos la influencia que ejerció en cada uno de nosotros. En algunos momentos incluso impresiona ver cómo un conjunto de gente tan diversa como la que ahí nos juntamos podemos tener un sentimiento y una idea tan parecida sobre un proyecto en concreto, y eso es por su aportación, por su influencia, de eso estoy seguro”.

“Hay una anécdota que puede servir para hacerse una idea de cómo era mi padre: en la empresa había un trabajador que estaba estudiando para sacar la licencia para conducir camiones. Este trabajador tenía dificultades, no entendía bien algunas cosas, y mi padre se prestó a ayudarle a estudiar; todos los días, después de su jornada, mi padre se reunía con este trabajador y juntos hacían los ejercicios y estudiaban durante una hora. Uno se puede preguntar cómo puede ser que una persona tan ocupada como mi padre se molestara en hacer algo así. Pues él era así, a este tipo de cosas no podía negarse, no sabía decir que no”.

“Nosotros hemos heredado el legado de mi padre. Y hemos hecho lo que hemos podido, con la ayuda de toda la gente de la empresa, de los amigos de mi padre, de los que estaban a su alrededor. Quiero decir que yo en ningún caso me posicionaría a la par de mi padre. En ningún caso me compararía con él. Fue pionero en muchas cosas, creador, impulsor de proyectos; hacía y hacía cosas. Nosotros hemos tratado simplemente de continuar con su trabajo”.