En abril de 2001, ETA hace estallar 4 kilos de dinamita en la casa familiar.  En aquel momento, su madre, Charo Dorda, era concejal del Partido Popular en Hondarribia. La bomba estalla estando él y su hermana en el interior.  En 2008, y ante la discriminación a la que se ve sometido en el  ámbito laboral, cuelga un anuncio en el periódico: "CONCEJAL VÍCTIMA DEL TERRORISMO BUSCA TRABAJO COMPATIBLE CON ESCOLTA".

DATOS PERSONALES:

Nombre: José Manuel Lizarraga Dorda.  Irun (Gipuzkoa)

Edad: 43 años.

Profesión:  Economista.  Concejal en Hondarribia por el PP.

Situación familiar: casado, 2 hijas menores.

COLECTIVO: Políticos

HECHOS:

– 1998: la casa familiar situada en un bajo en Hondarribia es atacada con cócteles molotov. Tras estos hechos han de instalar cristales blindados en las ventanas.

– 1998-1999: la farmacia de una hermana situada en la misma localidad sufre sendos ataques.

– Junio de 1999: inicia su trayectoria política al presentarse a las elecciones y resultar elegido concejal por el ayuntamiento de Irún.

– Verano de 1999: un hermano de 28 años es acorralado en un bar de Hondarribia y sufre un intento de agresión. Su reacción fue la de ponerse a llorar lo que originó el desconcierto del grupo agresor, le dejaron marchar.

– Abril de 2001: ETA hace estallar 4 kilos  de dinamita en la casa familiar.  En aquel momento, su madre, Charo Dorda, era concejal del Partido Popular en Hondarribia. La bomba estalla estando él y su hermana en el interior. Es el quinto ataque que sufría la familia hasta ese momento. El piso queda totalmente destrozado.

– Abril de 2001: al resultar destruido su domicilio,  se traslada a vivir a Irún.

– Verano de 2001: inicia un tratamiento psicológico como consecuencia del atentado.

– 2003: es informado de la incautación de nueva información sobre él en poder de ETA.

– 2004: Celebración en la Audiencia Nacional del juicio por la colocación de la bomba contra el comando “Buruntza”.

– 2007: Es elegido concejal por el ayuntamiento de Hondarribía. La nueva situación le obliga a buscar trabajo, siendo rechazado por el hecho de llevar escolta.

– 2008: Su desesperada situación le lleva a publicar un anuncio en el periódico con el siguiente texto: “CONCEJAL VÍCTIMA DEL TERRORISMO BUSCA TRABAJO COMPATIBLE CON ESCOLTA”.  Apareció el día 2 de noviembre de 2008 en el periódico local.

CONSECUENCIAS:


“El verano de 1999, en el que salí elegido, fue muy extraño en el pueblo por el ambiente que se respiraba. Acorralaron a mi hermano en un bar acusándole de ser hijo de su madre, él se puso a llorar así logró salir de esa pero se quedo mal. Se la juró a mi madre. Le decía “nos has jodido la vida”. Somos seis hermanos y algunos de ellos le acusaron de haber puesto su integridad y su nombre en riesgo. Le recriminaban “esto lo tenías que haber pensado cuando te metiste porque ahora estamos todos en peligro”.


Para mí es la reacción de cobardía de esta sociedad reflejada en mi familia. Piensan que, claro,  si ponen una bomba en el descansillo, lo lógico es que los vecinos te echen la culpa. Tú les has puesto en riesgo.  Es muy duro, hay que vivirlo. Que te acusen de haberles hundido la vida, tu propio entorno, tu propia familia… pero no.  La vida me la he jodido yo”.
“Aquí, en el País Vasco, vivimos en el mismo espacio los que amenazan y matan con los amenazados y asesinados. Eso es durísimo.  Por ejemplo,  en la casa que siempre vivimos hasta que la bomba la destruyó totalmente, había vecinos de toda la vida metidos en ETA. Por ejemplo, vive la familia Elorriaga,  cuyo hijo era el jefe del aparato logístico de la organización terrorista. Y claro había quien te saludaba y quien te evitaba”.

“Cuando el 21 de abril de 2001 la bomba destrozó nuestra casa, yo recuerdo como una vecina, cuyo hijo era un chico de la kale borroka, le echó en cara a mi madre que un trozo de la fachada de nuestra casa que había saltado por los aires le había estropeado un cristal al coche de su hijo”.

“Tuvimos que abandonar la casa. Mi madre estuvo viviendo 6 meses en una casa de alquiler porque nuestro hogar se destruyó completamente.  En el momento de estallar la bomba,  mi hermana y yo nos encontrábamos dentro. Afectó a la habitación de en medio,  en la que hacía pocos días mi hermano (uno de los que luego cargó de reproches a mi madre) había estado durmiendo. Además,  ese mismo día un vecino nuestro había estado sentado justo delante, la casa es un bajo, esperando a un amigo para irse a pescar.  Se fueron justo cinco minutos antes. La Ertzaintza nos dijo entonces que teníamos que irnos”.

“Tuvimos la suerte de que, unos años antes,  el partido, tras unos ataques con cócteles molotov, nos había ayudado poniéndonos unas ventanas blindadas,  y eso, parece ser,  absorbió la onda expansiva. Aún así,  la casa quedó destrozada. Recuerdo perfectamente los cristales clavados en al pared, como si fuera metralla.  Había trozos de zócalo disparados en la pared. Tengo la imagen de una caja de costura de mi madre, de esas de toda la vida, y las agujas estaban también clavadas. Fue espantoso, eso es una cosa que llevas siempre”.

“Yo decidí abandonar Fuenterrabía para siempre y me fui a vivir a Irún. El juicio contra los autores de ese atentado, el “Comando Buruntza”, se celebró en 2004 y tengo muy mal recuerdo. Estábamos solos mi hermana y yo, quienes, además,  éramos testigos,  ya que habíamos estado presentes en el atentado. Me dolió mucho que estuviéramos solos pero,  sobre todo,  que el fiscal nos dijera que solo lo iba a calificar como estragos porque ellos decían que no tenían intención de matar. Pero en la casa estábamos yo y mi hermana, nos podían haber asesinado. Pero como este comando tenía un montón  de muertos encima, el fiscal no quería complicarse la vida. Salí muy mal de allí. Frustrado, desencantado de la Justicia.  A mí, cuando me llamó la Ertzaintza y me explicó lo que habían encontrado, me enseñó un plano absolutamente detallado de mi casa, con la distribución exacta de la cocina, las habitaciones, el baño…  Esto está claro que lo habría hecho algún vecino, y esto te deja…  Pues eso, destrozado”.

“Al poco tiempo del atentado yo me casé y me fui unos días fuera. Al principio tienes como un subidón de adrenalina, además entonces era concejal de Seguridad Ciudadana en Irún y me volqué en esa actividad. Pero todo lo que tienes dentro estalla. Yo tenía unas pesadillas horrorosas. Soñaba continuamente con que tenía una bomba en mi casa y tenía que protegerme parapetándome con un somier de una cama de matrimonio que tenía que levantar y lo ponía contra la pared para que me protegiese, porque pensaba que había una bomba detrás de la puerta, y cosas así que no quiero recordar. Por eso al final tuve que ir a un psicólogo y estuve en tratamiento durante muchísimo tiempo. Ahora no se si estaré bien o no porque eso nunca te lo dicen”.

“Posteriormente,  el partido decidió en 2007 enviarme a Fuenterrabia. Fue duro, porque era un sitio que yo había estado evitando. Lo vivo muy mal. Cuando paso por delante de la que fue mi casa me pregunto: ¿éste podría seguir siendo mi hogar?, ¿yo podría seguir viviendo aquí?, ¿mi madre podría seguir viviendo aquí? Es muy injusto. Evito volver,  sólo voy a las actividades a las que estoy obligado por ser concejal y por tanto los problemas que tengo son algunos enfrentamientos e insultos que he sufrido en plenos del ayuntamiento”.

“Respecto a mi vida privada lo que mas preocupa son mis hijas. Me angustia el hecho de que,  aunque son muy pequeñitas (6 y 3 años, respectivamente) desde que nacieron siempre me han visto acompañado de dos personas, que es lo que son para ellas los escoltas. Ellas  siempre quieren jugar con ellos yo les digo “no les molestéis”. ¿Cómo le haces entender eso a un niño? Han crecido con ello,  pero me preocupa el momento en el que  se enteren de verdad de lo que son”.

“Cuando me casé ellos me llevaron a mi boda, ¿es justo que esto tenga que ser así?” “En lo que respecta a mi relación de pareja lo duro es que nos hemos ido cerrando. Yo le digo ¿te das cuenta de que este año solo hemos salido una vez a cenar? No puedes ir a cualquier sitio y no quieres que los demás coarten sus opciones por ti”.
“Soy economista,  y cuando dejé el Ayuntamiento de Irún, en el año 2007, en el que tenía dedicación exclusiva,  me encontré con que no tenía desempleo y no podía vivir con lo poco que gano como concejal de Hondarribia. Por tanto,  me puse a buscar empleo. El problema surge cuando,  al ir a las entrevistas de trabajo,  en el currículo,  de 1999 a 2007 no puedo dejar un hueco,  y al poner que he sido concejal, surgen los problemas. Me preguntan si llevo escolta y cuando contesto que sí,  me dicen que lo sienten,  pero que no les interesa”.
“Yo estuve un tiempo trabajando en una gran superficie en la sección de venta de muebles y claro,  estar atendiendo al público con dos señores dando vueltas por ahí, supone, aunque no te lo digan, que les generas un problema y claro,  no te renuevan. Todo el mundo está viendo que esa empresa da trabajo a alguien que no es del entorno etarra y eso puede suponerles represalias”.

“También estuve trabajando en una empresa de Irún, era una cadena de producción de PVC, un trabajo duro pero en el que no pagaban mal. Estaba en una ETT, me iban renovando mes a mes ya que el jefe de equipo me decía que estaba contento conmigo, que lo hacía bien. De repente,  me dijeron que ya no me renovaban y llame a la ETT para que me explicasen qué había pasado porque no lo entendía. Me dijeron que la causa había sido que el comité de empresa era de LAB y claro,  yo llegaba todos los días en el coche con los escoltas y la gente lo ve y al día siguiente te dicen: “oye,  tú me suenas de algo”. Irún es muy pequeño, no hay nada que hacer”.
“A día de hoy lo  he intentado de todo, he aceptado cualquier tipo de trabajo. No trabajar y no poder llevar un sueldo a casa por mi condición es muy duro. Por ejemplo,  fui a pedir trabajo como controlador de aparcamiento a mi ayuntamiento y me dijeron: “no si llevas escolta, cuando no la tengas ya hablaremos”. Pero yo sigo siendo objetivo de ETA, sigo apareciendo en su documentación. ¿Qué tengo que hacer?”.
“Yo creo que el ser humano se acostumbra a todo (si incluso la gente secuestrada acaba creando una burbuja de supervivencia). Somos supervivientes. Hemos vivido momentos peores. Yo, hace unos años,  cuando se declaró una tregua,  me compré una moto, creía que nos quitarían las escoltas, que ésa iba a ser mi nueva forma de moverme. Nunca volví a usarla.”
“Siempre pienso que esto algún día acabará y podremos vivir normalmente. Y,  sobre todo,  que el hecho de ser concejal en tu pueblo no será una cosa que te marque”.

“Yo vivo en un barrio muy nacionalista, muy radical. Cuando salgo en fiestas he oído cómo comentan: “pobrecitas niñas…”.  Ellas no se enteran,  pero yo sí. Esto se tiene que acabar”.

*Documentación relacionada: grupo vocento