El 25 de mayo de 1988, ETA asesina a su hermano, Sebastián Aizpiri, propietario de un restaurante en Eibar. Años más tarde, Ana sufre la difamación y las calumnias de el entorno radical.

DATOS PERSONALES:

Nombre: Ana Aizpiri

Edad: -

Profesión: periodista

Situación familiar: -

COLECTIVO:

Familiares de asesinados

HECHOS:

- El 25 de mayo de 1988, ETA asesina a su hermano, Sebastián Aizpiri.

CONSECUENCIAS:

“A mi hermano lo asesinaron el 25 de mayo de 1988. Su asesinato se produjo tras unos meses en los que ETA y sus bases populares difundieron  por el pueblo, Elgoibar, un pueblo pequeño de 13.000 habitantes, el  rumor de que mi hermano era narcotraficante. Mi hermano tenía una carnicería con otro socio en Elgoibar y, además, junto con otro de mis hermanos, llevaba un restaurante que tenían en la localidad vecina de Eibar.  Siempre hacía lo mismo: de lunes a sábado  trabajaba en la carnicería en Elgoibar, y luego, siempre sobre la misma hora, iba a trabajar en el restaurante. Cocinaba y estaba con los clientes. Era una persona de costumbres. Un objetivo muy fácil para los terroristas”.

“A Sebastián ya le habían notificado que su nombre había aparecido en una larguísima lista de personas -pequeños empresarios, industriales y profesionales- del País Vasco, que habían encontrado en una operación contra ETA en el País Vasco-Francés (los papeles de Sokoa). La policía le ofreció protección. El la rechazó. Al poco tiempo de esto,  le mataron. Diez días más tarde  mataron a otra persona en Eibar, otro pequeño empresario del pueblo que tenía su negocio y contra el que los radicales hicieron una campaña similar a la que hicieron contra mi hermano”.

“Hay que recordar que en el intervalo entre los dos asesinatos, en aquellos diez días, pasaron muchas cosas. Hubo una movilización sin precedentes en Elgoibar y, sobre todo, en Eibar, en contra del asesinato. A la gente cercana a mi hermano y a aquellos que podían haber sido objeto de la extorsión económica de ETA,  les entró el miedo. Mucha gente se fue.  Hubo una reacción notoria, de miedo,  pero también de rechazo a ETA, cosa que hasta aquel momento no se había producido”.

“Para la gente fue una cosa muy inesperada. Mi hermano era una persona que se relacionaba con todo el mundo en el restaurante. Gente de todo tipo, nacionalistas y no nacionalistas. La gente se quedó impactada”.

“Cuando llamaron a casa para comunicarnos que habían tiroteado a mi hermano,  yo no me lo podía creer”.

“Luego fuimos viendo que los rumores que se habían difundido por el pueblo sobre mi hermano y la otra persona a la que más tarde mataron habían sido de tal calibre, que incluso habían ido a hablar con una concejala de Herri Batasuna en el ayuntamiento de Eibar de aquel momento para explicarle que los rumores no eran ciertos. Y ella les dijo que ya se encargaría de hablar con los del País Vasco-francés (zona de clandestinidad de activistas de ETA)”.

“Se ve que mi hermano, como esta otra persona a la que asesinaron después,  Patxi Zabaleta, eran personas, como otras muchas, que no se daban cuenta del alcance de la amenaza a la que estaban expuestos. Si no cedían al chantaje, a la extorsión, y pagaban, los iban a matar. Y es lo que ocurrió al final”.

“Los de HB, yo creo que vivieron un momento bastante delicado. Aquello trascendió mucho. Durante aquellos días se les miró, buscándoles una reacción. Se vieron presionados. Llegaron incluso a pagar un espacio en el periódico para sacar un anuncio en el que decían que sentían el asesinato (lo que no era una reflexión política). Durante aquellos quince días posteriores al asesinato, para mi quedó clara la connivencia entre los terroristas y HB, como para muchos otros estaba clara ya, dicho sea de paso. Lo que pasa es que nadie se había atrevido a decirlo. Yo lo hice cuando estuve con una periodista y hablé de todo lo vivido aquellos días. Dije que Herri Batasuna era la que se encargaba de hacerle el trabajo sucio a ETA. Los que se ocupaban de seguir a los objetivos, informar sobre ellos, de lanzar un rumor sobre ellos, o de informar con datos inciertos a la organización terrorista, como es el caso de mi hermano”.

“Tras el asesinato de mi hermano ocurrió que periodistas del Egin[1], que fue un periódico que defendió y dio voz a la organización terrorista, vinieron al pueblo a hacer preguntas a todo el mundo, a ver si alguien decía algo que relacionara de alguna manera a mi hermano con las drogas, algo que corroborara aquella campaña de difamación que habían hecho sobre él en los meses anteriores a su asesinato. Se vieron con que no tenían argumentos. Es más, mi hermano y Patxi se habían ofrecido a los ayuntamientos de Eibar y Elgoibar para que les investigaran. Ellos no tenían nada que ocultar. Mi hermano tenía créditos con los bancos, tenía deudas, como cualquier empresario. Y sus cuentas eran transparentes. Estaba muy claro lo que tenía y lo que dejaba de tener y, desde luego, quedó claro que no tenía ninguna actividad ilegal de ningún tipo”.

“En la conversación, a la que antes hacía referencia, que tienen mi hermano y Patxi con aquella concejala de HB, en la que ésta les dice que se encargará de hablar con los del País Vasco-Francés,  se evidencia algo que todos sabemos: que en aquellos años, las personas  que eran objeto de la extorsión de ETA, hablaban con los correspondientes mensajeros de ETA y les pagaban de una u otra manera; se negociaban las vidas de las personas, en definitiva. Pero mi hermano y Patxi no lo hicieron. Con el resultado de que les mataron”.

“A mi hermano lo mataron porque no cedió al chantaje. Porque no colaboró con los terroristas de ninguna de las maneras. Si hubiera mandado un sobre con dinero, igual estaría vivo. Pero no lo hizo”.

“Me falta mi hermano y tengo ese dolor, y el dolor que ha generado esto a mi familia, especialmente a mis padres. Pero estoy orgullosa de mi hermano, porque fue una persona totalmente honesta, que desde joven luchó por lo que quería y por lo que tenía, y no cedió al chantaje. Entiendo a quienes han cedido al chantaje y han pagado, porque lo han hecho sometidos al miedo y al pavor que esto genera, y es muy comprensible y muy humano. Pero creo que tiene mucho valor oponerte a la amenaza y a la extorsión como lo hizo mi hermano, sobre todo en aquella época en la que ETA estaba tan bien estructurada en el País Vasco”.

“En aquellos días posteriores al asesinato de Sebastián, yo hago una serie de declaraciones que provocan la expectación de la prensa de toda España. Fue un impulso, pero fui una de las primeras personas que dijo claramente lo que estaba pasando aquí, las circunstancias en las que estaba viviendo mucha gente en Euskadi; hablé de cómo se estaba matando a la gente en el  País Vasco. Nadie se había manifestado tan claramente nunca, y hubo mucha gente que agradeció ese impulso que tuve”.

“En enero de ese año se había firmado el Pacto de Ajuria Enea[2]. Para mí, el Pacto de Ajuria Enea se activa en ese momento, cuando todos los grupos políticos, excepto Herri Batasuna, salen tras una misma pancarta a manifestarse contra ETA. Hay una manifestación en Elgoibar y otra en Eibar.  Son manifestaciones “en contra de ETA”, sin rodeos. Y la gente salió a manifestarse, pero con el miedo en la garganta, porque todo el mundo vio que habían matado a una persona con una vida totalmente anodina, y aquello generó mucho miedo entre los vecinos”.

“Los asesinos de mi hermano son los mismos que mataron a Patxi Zabaleta diez días después. Fueron juzgados y encarcelados. Quedó probado que personas del mismo pueblo colaboraron para asesinar a mi hermano y a Patxi. Es la realidad de un pueblo pequeño. Una realidad que te genera un malestar muy difícil de quitar. Personalmente, sentí alivio al ver que la justicia funciona y que los culpables eran juzgados. Pero también sentí impotencia. Tienes el consuelo de los amigos que te apoyan y te animan, que te demuestran que están contigo, pero sientes al mismo tiempo una tremenda soledad”.

“Años después de que asesinaran a mi hermano, estando yo trabajando en ETB, los de HB, enfermizamente, me permito calificarlo así, lanzan de nuevo el rumor de que yo había sido detenida en Barajas con cocaína. A mí me pareció tan estrambótico, tan irracional, tan kafkiano, que no le hice caso. Al contárselo a mi hermano Pedro, le entró tal pavor, que me obligó a que me pusiera en contacto con el consejero de Interior del Gobierno vasco en aquel momento, J.M. Atutxa. El consejero me recibió en el despacho, hizo algunas llamadas y me confirmó que, efectivamente, los de HB en Eibar y Elgoibar habían lanzado este rumor. Claro, qué mejor que el rumor, un recurso poco estudiado en aquel momento pero muy utilizado y efectivo en esos ambientes. El rumor era el instrumento perfecto para contaminar a las gentes menos informadas y más prejuiciosas e intentar hacerme daño a mí. Yo entonces vivía en Eibar. Afortunadamente, aquello el pueblo no lo aceptó, y la gente vio que no tenía ningún fundamento. Pero para mi fue muy desagradable que, después de que asesinaran a mi hermano, hicieran esto contra mí, porque era una clara represalia por mis declaraciones sobre el papel de HB  que antes mencionaba”.

“Fue curioso cómo viví la sensación extraña y paradójica de sentir miedo, pero al mismo tiempo saber que, después de matar a mi hermano, no me iban a matar a mi. Yo solo tenía el recurso de la palabra. Y lo utilicé para decir lo que veía y lo que pensaba. No me dejé coartar por el miedo. Tenía miedo, porque cuando ocurrió todo esto, yo miraba debajo del coche. Pero al mismo tiempo algo me decía que a mi no me iba a pasar nada”.

“Diez días después de matar a mi hermano, ETA asesinó a Patxi Zabaleta. Aquella noche, y antes de conocer la noticia, mi padre nos contó que al hijo de Patxi, un compañero de la ikastola de Elgoibar le había dicho que el próximo iba a ser su padre. Me enfadé mucho con mi padre por contarnos aquello, por darle pábulo a lo que yo consideraba un rumor del pueblo. Pero efectivamente, aquello ocurrió, y a Patxi lo mataron esa misma noche”.

“El decir alto y claro que los de HB son cómplices de ETA  supuso un antes y un después para mi. Por esto, hay mucha gente que me estima y mucha gente que me odia. Pero eso es algo que ha vivido mucha gente en Euskadi. Gente que ha hecho públicos sus posicionamientos políticos durante todos estos años. Gente que ha hecho alarde de una gran valentía. Yo tuve ese impulso, de no callarme ante algo que era patente. No tenía ningún vértigo a decir nada, porque acababan de matar a mi hermano. Dije lo que había”.

“Yo trabajo en EiTB[3]. La televisión pública vasca es un medio en el que determinados departamentos tienen una orientación ideológica, y esto siempre pesa. Yo tengo una vivencia muy cruda, muy ácida, que es conocida por todo el mundo, y he tenido muy pocos apoyos de compañeros. ETB  podría haber jugado un papel importantísimo en la lucha contra el terrorismo, en su deslegitimación, y no lo ha hecho. Esto para mi es doloroso”.

“Todo esto lo he vivido con mucha soledad y mucha frustración. Te das de bruces con la realidad política de este país. En este país ha habido gobiernos que han tenido unos compañeros de viaje que son los que han colaborado para que asesinaran a mi hermano. Te das cuenta de lo lejos que estamos unos y otros. Lo distinto que es el sitio en el que estamos unos y otros”.

“Mi hermano era una persona vitalista, enérgica, trabajadora. Siempre estaba inventando, ideando, creando. Si estuviera aquí, estoy segura que ahora se dedicaría a algo de cocina creativa o algo así. Era una persona simpática y querida. Una buena persona”.


[1] Egin: periódico vasco clausurado por la justicia española en 1998 por “supeditación a ETA”.

[2] “Pacto de Ajuria Enea por la Normalización y Pacificación de Euskadi” (enero 1988). Acuerdo político liderado por el lehendakari, en el que los firmantes (todos los grupos representados en aquel momento en el Parlamento vasco, a excepción de HB) compartían la “necesidad de terminar con el terrorismo y perseguir a sus autores”.

[3] EiTB: Euskal Irrati Telebista (Radio-televisión pública vasca).

*Documentación relacionada: El País